Sábado, 4 de Mayo de 2024

Buenos Aires, ese gran déficit del radicalismo

Pasó la Convención Nacional y ahora la UCR provincial lidia contra su peor costado, que es la falta de figuras realmente competitivas e incluso cierta carencia de armado fuerte en el Conurbano para hacer pie en una plaza electoral esquiva durante las últimas décadas. Repaso por los principales antecedentes y las perspectivas para este año.

22-03-2015


Por Hernán López
El bonaerense es quizá el radicalismo más afectado por la Convención Nacional que realizó el partido una semana atrás, atravesado por internas de un calibre especial. Pero también pone de manifiesto el déficit del centenario espacio, sobre todo en el Conurbano, no por falta de estructura sino por la dificultad de conseguir votos en las urnas.

En años recientes, especialmente en las elecciones legislativas de 2009 y 2013, la Unión Cívica Radical aportó un peso importante en las secciones del interior provincial. No obstante, la figura más importante en el Gran Buenos Aires fue una ex correligionaria como Margarita Stolbizer, que con el GEN, derivado radical, aseguró un importante colchón de votos.

El techo fue en 2009, cuando pasó la barrera de los 20 puntos, y el piso en 2011, con la mitad de ese caudal pero demostrando un anclaje para nada despreciable.

En otras provincias, la situación de los radicales es distinta. Ellos sienten que cuentan con la suficiente parafernalia como para derrotar a algunos Gobernadores peronistas, alineados con el Frente para la Victoria, en distritos como Jujuy, Tucumán, La Rioja, San Juan, Misiones, Chaco, Mendoza, Santa Cruz y hasta un feudo como Formosa.

De ahí la disyuntiva en la Convención de Gualeguaychú: el péndulo alternaba entre quienes aceptaban la propuesta de Ernesto Sanz para ir a una interna contra Mauricio Macri, dentro de un frente común, y aquellos que también querían a Sergio Massa dentro de la coalición opositora bajo el pretexto de armar una "gran interna opositora".

Estos últimos, en realidad, buscan otra cosa: el acercamiento a Massa, en sus mentes, genera mejores perspectivas de triunfo en provincias con fuerte base de voto peronista. Ven en el ex Intendente de Tigre la llave maestra para capturar a esa porción del electorado siempre adversa, tales los casos de Gerardo Morales en Jujuy, José Cano en Tucumán o Luis Naidenof en Formosa.

En Buenos Aires, sin embargo, hace rato que no aparece una figura de peso y realmente competitiva. Ni para pelear por la Gobernación bonaerense ni, incluso, las intendencias más importantes del Conurbano.

La última vez que la UCR tuvo a un postulante razonablemente competitivo fue a fines de los noventa, cuando el que emergía como hombre fuerte era el entonces Intendente de San Isidro, Melchor Posse, quien acompañó a Graciela Fernández Meijide en los comicios de 1999 y cayó ante la dupla Carlos Ruckauf-Felipe Solá, por apretada diferencia.

Hasta hace poco, el único Jefe comunal de peso que tenían era Gustavo Posse, hijo del citado Melchor. Hombre que ocupa el cargo desde 1999 y ya no confluye con sus pares desde que arregló con Massa en 2013. Justamente Posse es motivo de debate: Sanz preferiría que fuera él el elegido, pero los popes del radicalismo provincial no coinciden y buscan otra propuesta. El problema es que los dos anotados, Miguel Bazze (diputado nacional) y Héctor Gutiérrez (diputado nacional, ex Intendente de Pergamino), no miden.

No hay dudas que la Convención interpeló a los radicales bonaerenses más que a los de otras regiones. Habrá que ver cómo canalizan la fractura y las limitaciones innegables.



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